Los residuos de construcción y demolición (RCD), conocidos habitualmente como escombros, constituyen un amplio porcentaje del total de residuos generados y, sin embargo, se han considerado siempre menos importantes que otro tipo de residuos, quizás por ser teóricamente inertes. Esto ha provocado que se tradicionalmente se hayan vertido de manera indiscriminada, formando escombreras y puntos de vertido más o menos controlados en todas las localidades. Esta situación, además de contribuir a la contaminacíon del entorno, ocasiona un gran impacto visual, deteriora el paisaje y muchas veces invade cauces fluviales y caminos.
La composición de los escombros es muy variada. Además, la permanencia de los contenedores en la vía pública y la mezcla de residuos en las propias obras los hace bastante heterogéneos. En general, se puede calcular que el escombro está compuesto por un 15% de hormigón, un 55% de material cerámico, un 10% de asfalto y un 20% de otros elementos. A estos últimos residuos los denominamos impropios, puesto que con ellos no podremos fabricar áridos reciclados. Son residuos orgánicos, madera, metales, plásticos y papel-cartón principalmente. Otra fracción a tener en cuenta son los residuos peligrosos, que pueden alcanzar hasta el 7%.