[octubre de 2010]


La Consejería de Turismo, Medio Ambiente y Política Territorial realiza una fumigación aérea en 4.000 hectáreas de monte para combatir la procesionaria del pino

La Consejería de Turismo, Medio Ambiente y Política Territorial ha llevado a cabo una fumigación aérea en 4.000 hectáreas de pinares de montes de los zonas de Obarenes-Toloño, Cárdenas, Oja, Bajo Najerilla, Bajo Iregua, Leza, Jubera-Cidacos y Alhama para combatir la procesionaria del pino.

El tratamiento ha afectado, sobre todo, a pinos carrasco, laricio, piñonero e insigne de 39 términos municipales, ha tenido un coste de 182.055 euros y se ha utilizado un producto ecológico, extraído de la bacteria parásita bacillus thuringiensis, totalmente inocuo para las personas, animales vertebrados y otros invertebrados, incluidas las abejas. La sustancia se ha aplicado mediante fumigación aérea a ultra-bajo volumen con dosis de 3,5 litros por hectárea de pinar.

Previamente a su aplicación, el Gobierno de La Rioja informó por carta de las zonas a tratar y características del producto a todos los Ayuntamientos propietarios de los montes afectados y a las organizaciones agrarias.

El avión empleado para efectuar el tratamiento ha operado desde la Base de Medios Aéreos contra Incendios Forestales de la Comunidad Autónoma de La Rioja, ubicada en el aeropuerto de Logroño-Agoncillo.


Comportamiento de la procesionaria del pino

La fumigación ha tenido lugar en época de orugas de procesionaria recién nacidas o en sus primeros estadios de desarrollo. La mariposa conocida como procesionaria del pino es un

insecto asociado a la mayoría de los pinares

mediterráneos que prolifera periódicamente cuando las condiciones climatológicas son apropiadas y el desarrollo de las poblaciones de sus principales parásitos y depredadores lo permiten, y puede llegar a defoliar totalmente extensas superficies de pinar.

Los daños que produce no se limitan a la pérdida de vigor y crecimiento de las masas de pinar, sino que también puede causar problemas de alergias y picores en las personas por los numerosos pelos urticantes con los que cuentan para defenderse. Además, la presencia de los bolsones blanquecinos de seda donde se refugian en invierno las colonias de oruga, así como el aspecto dañado y deteriorado del follaje de los pinos atacados supone un notable impacto paisajístico.