Óxidos de nitrógeno
Los óxidos de nitrógeno de mayor interés como contaminantes en calidad del aire son el óxido nítrico (NO) y el dióxido de nitrógeno (NO2) . El NO2 es un gas pardo-rojizo, no inflamable, de olor asfixiante y tóxico. Su fuente principal son procesos de combustión con altas temperaturas por combinación del oxígeno y el nitrógeno presentes en el aire originando NO que, posteriormente, por la acción de oxidantes atmosféricos como el ozono, se convierte en NO2. En las ciudades, el tráfico constituye la principal fuente.
Los óxidos de nitrógeno junto con los compuestos orgánicos volátiles, son unos de los principales precursores del ozono troposférico.
Entre los posibles daños a la salud están los que afectan al aparato respiratorio provocando bronquitis y neumonía, menor resistencia a las infecciones de las vías respiratorias. Bajos niveles de óxidos de nitrógeno en el aire pueden irritar los ojos, la nariz, la garganta, los pulmones, y causar tos y una sensación de falta de aliento, cansancio y náusea. La exposición a bajos niveles también puede producir acumulación de líquido en los pulmones 1 ó 2 días luego de la exposición. Respirar altos niveles de óxidos de nitrógeno puede rápidamente producir quemaduras, espasmos y dilatación de los tejidos en la garganta y las vías respiratorias superiores, reduciendo la oxigenación de los tejidos del cuerpo, produciendo acumulación de líquido en los pulmones y la muerte.
De igual forma tienen, sobre todo el NO2, efectos sobre la vegetación, presentando sinergias con el SO2: Los óxidos de nitrógeno se transforman en la atmósfera en ácido nítrico constituyente de la lluvia ácida y son considerados importantes precursores de la contaminación por ozono troposférico como consecuencia de las reacciones fotoquímicas entre los NOx e hidrocarburos.En cualquier caso los niveles registrados en las estaciones de La Rioja muestran unos niveles muy bajos.
En cuanto a los niveles horarios máximos alcanzados siempre se encuentran por debajo del límite de emisión de la UE, y en ningún caso se ha superado el umbral de alerta de 400 µg/m3.