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Cuenca: Río Ebro
Subcuenca: Río Leza
Elemento: Relato

Descripción:
Los de Rabanera eran muy brutos, hasta el punto de que una vez, en el ayuntamiento, reunidos el alcalde y los concejales en sesión secreta y a puerta cerrada, acordaron matar al cura porque siempre se oponía a los acuerdos que ellos tomaban. Echaron a suertes para ver a quién correspondía matarlo y, al mismo tiempo, preparar un plan para despistar a la justicia.
El cura tenía costumbre, antes de celebrar la misa, de salir de madrugada a trabajar a un huerto a la orilla del río. Habían acordado matarlo en el huerto y marchar rápidamente en comisión a Logroño a tratar con el gobernador asuntos de la alcaldía y así lo hicieron. El que le tocó matarlo bajó al huerto con el trabuco antes que el cura y lo esperó a que bajase. El huerto estaba junto al puente de arriba. Los otros tres marcharon camino de San Román y le esperaron en el lavadero que había en el puente abajo. Cuando llegó el cura al huerto, sin mediar palabra, y a bocajarro, le disparó un trabucazo y muró en el acto. El criminal pasó el puente que hay en la salida de arriba y, corriendo campo a través en frente del pueblo, llegó al lavadero donde estaban esperando los otros concejales y el alcalde, y les dijo: "Ya ha caído."
Escondieron el trabuco en el tejado del lavadero, debajo de las tejas, y marcharon deprisa para San Román a coger la diligencia de caballos que los bajaría a Logroño, a la espera de que de ellos nada podrían sospechar cuando descubrieran el cadáver.
Pero ocurrió que, como el pueblo está en un montículo, se ve muy bien por donde corría el que mató al cura. Una mujer abrió una ventana para sacudir la alfombra (en los Cameros las alfombras eran pieles de oveja con lana) y escuchó el tiro.
Le chocó mucho aquel disparo tan temprano, observó y vio correr a un hombre campo a través . Lo siguió observando y vio cómo se juntaba a otros tres hombres que le esperaban en el lavadero y cómo escondían algo en el tejado del lavadero. Avisó a otros vecinos, bajaron al huerto del cura que era donde había sonado el tiero y encontraron al sacerdote muerto.
Enseguida sospecharon todos que había sido uno de los concejales que había bajado a Logroño en comisión. Recogieron el cadáver, lo subieron al pueblo y salió un vecino a caballo para Logroño con la noticia.
A la una de la tarde estaba los concejales y el alcalde hablando con el gobernador en su despacho y llegó el mensajero. Ellos se quedaron pasmados y, desde el mimo Gobierno Civil, los llevaron a la cárcel y no volvieron al pueblo.
Desde entonces a los de Rabanera les llaman los matacuras, y también desde entonces la residencia del cura la pusieron en Ajamil desde donde atendía a los dos pueblos.

Comentarios: Este es un fragmento del libro escrito por Felipe Martínez Calleja natural de Jalón de Cameros y residente en Trevijano.

Fuente de información: Martínez Calleja, F., (2007). Cosas Curiosas del Abuelo Felipe.

Municipio

Soto en Cameros