Las primeras noticias que se tienen de la construcción de una línea ferroviaria en La Rioja datan de 1.856 cuando se constituye una comisión, a iniciativa de la Junta de Comercio de Vizcaya y con el apoyo financiero del Banco de Bilbao, con el afán de construir una línea de ferrocarril entre Bilbao y Tudela. A esta comisión solicitó adherirse la Diputación Provincial de Logroño, constituyéndose la Comisión Riojana del Ferrocarril de Tudela a Bilbao, que procedió a la colecta de capitales provenientes de inversores riojanos que acumularon más de 5 millones de reales. Entre los aportadores destacaban las figuras de los diputados Vicente Bayo, Sagasta o Salustiano de Olózaga.
El proyecto fructificó y las obras de la línea Bilbao-Tudela se iniciaron en 1859 y concluyeron cuatro años después con la participación de más de 11.000 personas. La "Compañía del Ferrocarril de Bilbao a Tudela por Miranda" inició la explotación de la línea aunque a partir de 1879 asumió la concesión la "Compañía del Norte". El trazado de aquella línea es el que pervive en nuestros días (ampliar imagen)
Otros intentos de construcción de líneas de ferrocarril se enmarcaron en el llamado Plan de Ferrocarriles Secundarios que, en lo concerniente a La Rioja, afectaba a la zona de La Rioja Alta en la medida en que se esbozaban, en la última década del siglo XIX, varias líneas como Haro-Laguardia, Haro-Pradoluengo o Haro-Casalarreina-Santo Domingo-Ezcaray. Ninguna de ellas fructificó en los términos anunciados hasta que el 9 de julio de 1916 se puso en servicio la línea ferroviaria entre Haro y Ezcaray, que dio servicio durante casi cincuenta años, hasta el 16 de enero de 1964.
Por otro lado, con el objetivo de conectar las localidades del Valle del Cidacos y de proporcionar el transporte necesario a las extracciones carboníferas de Préjano se construyó en la primera mitad del siglo XX el Ferrocarril Secundario y Carbonero de Calahorra a Arnedillo a lo largo de 34 kilómetros. El tramo Calahorra-Autol se inauguró en 1922 y alcanzó Préjano en 1924. La empresa concesionaria, Sociedad de Ferrocarriles Eléctricos, suspendió su actividad en 1935 hasta que el Estado, tras la Guerra Civil, tomó su gestión y amplió el trazado hasta Arnedo (1942) y posteriormente hasta Arnedillo (1947). La línea se cerraría definitivamente, fruto de la falta de rentabilidad, en 1966.