En España se producen actualmente más de 34 Millones de Toneladas (M TN) al año de subproductos agrícolas y procedentes de la industria alimentaria. Las principales opciones de valorización para los subproductos de origen alimentario dependen fundamentalmente de sus características nutricionales y de su calidad higiénico-sanitaria, pudiendo ir desde su procesado para la fabricación de nuevos alimentos como reestructurados de carne o pescado y la extracción de ingredientes para alimentos funcionales, hasta su empleo en piensos animales o como fuente de materias primas para aplicaciones cosméticas, farmacéuticas o de la industria química (fertilizantes, biopolímeros…).
En los casos en los que no es posible dar una salida comercial a los subproductos para la obtención de compuestos de alto valor añadido, es necesario llevar a cabo tratamientos que garanticen su valorización, bien agronómica (como enmiendas o fertilizantes en suelos) o energética, evitando que sean gestionados como residuos sólidos urbanos (RSU) o sean directamente eliminados en los vertederos.
La digestión anaerobia o metanización es un proceso de degradación biológica de las sustancias orgánicas en ausencia de oxígeno, que produce dióxido de carbono y metano en una mezcla denominada biogás, que puede ser utilizada como combustible por su elevado poder calorífico y un lodo digerido o digestato con valor agronómico como fertilizante o enmienda orgánica. La principal ventaja que presenta la digestión anaerobia frente a otras alternativas de tratamiento biológico como el compostaje es que, mientras éste consume entre 30 y 35 Kwh. /TN de residuos tratado, la digestión anaerobia es un proceso generador de energía (entre 100 y 150 Kwh. /TN de residuo) (4).
Esta es una de las causas por la que durante los últimos años, los métodos de tratamiento anaerobio de residuos han experimentado un gran auge, tanto en países industrializados como en países en vías de desarrollo.