19 de agosto de 2009

Investigadores del grupo de Posrecolección y Refrigeración de la Escuela de Agrónomos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) han desarrollado un novedoso sistema que permite conservar la sandía durante quince días con el sabor y la frescura que ofrece recién cortada, según informaron fuentes de la institución docente en un comunicado.

Se trata de un desarrollo tecnológico pionero en España, que impulsó la empresa PozoSur, de Águilas, con ayuda de la Fundación Séneca-Agencia Regional de Ciencia y Tecnología, dependiente de la Consejería de Universidades, Empresa e Investigación y que ha permitido introducir en el mercado tarrinas de sandía envasada, en pequeñas porciones, y lista para su consumo.

Ante las dificultades de transporte y distribución de la sandía tradicional, PozoSur encargó a la UPCT elaborar un producto de cuarta gama, mínimamente procesada, para presentársela al consumidor de forma más atractiva, según informó a Europa Press el investigador responsable del proyecto, Francisco Artés.

De esta forma, la sandía se comercializa, bajo la marca 'Periquetes', y se presenta envasada en tarrinas de unos 200 gramos, cortada en cubos, lista para pinchar con un tenedor o un palillo, una presentación que "evita la incomodidad de cortar la fruta y ahorra espacio en el frigorífico, ya que las sandías enteras suelen tener un gran tamaño".

Artés, que dirige un grupo con experiencia en este campo y que ha desarrollado otros proyectos similares, destacó que los cubos de sandía "se conservan durante dos semanas como recién cortados y queda garantizada la calidad desde el punto de vista del color, sabor, aroma y lo más importante, la seguridad microbiológica".

DESARROLLO

Para obtener la sandía en tarrinas, el grupo de la UPCT desarrolló el producto a lo largo de dos campañas. En primer lugar, seleccionó las mejores variedades de sandía para realizar el procesado, escogiendo para ello las que tienen una mayor firmeza, un mayor color y un mayor contenido en sustancias de interés saludable para el consumidor.

Una vez seleccionadas, los investigadores les aplicaron unos tratamientos físicos "que no generan ningún tipo de residuo que pueda ser perjudicial para el consumidor o el medio ambiente, de forma que se pueda garantizar que sea un producto totalmente comestible en su integridad, de alto valor nutritivo, saludable y que sea seguro desde el punto de vista microbiológica, que es muy importante", aseguró el ingeniero agrónomo.

Además, el producto resultante "tiene una vida comercial adecuada para permitir su distribución y llevar a los lineales de los comercios y grandes superficies para que el consumidor pudiera disponer de ellos". Por su parte, la empresa realizó estudios de mercado para conocer la respuesta de los consumidores, definir el tamaño que tenía que tener el envase y su forma, entre otras cosas, poniendo a punto el producto.

Este proyecto también contó con una ayuda del Gobierno central, dentro del programa Torres Quevedo, para incorporar a un doctor ingeniero agrónomo, Andrés Conesa, que se formó en este proyecto, y se ha incorporado a la empresa que impulsó el proyecto, y ya trabaja como tecnólogo de la compañía.

El grupo de postrecolección ha desarrollado muchos proyectos de estas características para empresas de la Región y de fuera de ella. En su día trabajó con la empresa Kernel export, para hacer lechugas y escarolas, que fueron de las primeras que existieron en España. También trabajó para la empresa Santiago Mira en Elche, el grano de la granada listo para consumir, y preparó el haba fresca listo para consumir, para la empresa Frutas Esparza.