La llamada "carne de cultivo" se obtiene en laboratorio mediante ingeniería de tejidos. Su producción requiere hasta un 45% menos de energía y un 96% menos de agua. Además, genera un 96% menos emisiones que la carne producida de forma convencional. Según un estudio de las Universidades de Oxford y Ámsterdam, la carne cultivada podría ser parte de la solución a la creciente demanda mundial de alimentos y al calentamiento global.