Si con el envasado tradicional los alimentos sufrían el habitual proceso de degradación, el envase activo ha demostrado que aumenta la vida útil del producto, protegiéndolo de los agentes responsables de la alteración, ya sea química, enzimática o microbiólogica. Fue una de las conclusiones del II Encuentro Hispack de Investigación y Desarrollo en Envases y Embalajes que analizó los últimos avances en materiales y envases cada vez más adaptados a las nuevas exigencias medioambientales y de desarrollo sostenible.
Los envases basados en polímeros han demostrado su ligereza, versatilidad y economía de costes, aunque la industria del packaging apuesta cada vez más por materiales más sofisticados y a la vez más sostenibles, elaborados a partir de fuentes renovables, para reducir el impacto ambiental. Es el caso de los envases activos (aquellos que interactúan con el producto) que ahora empiezan a incorporar componentes naturales para alargar la vida útil del alimento, como se destacó en los II Encuentros de I+D celebrados el pasado 12 de mayo en Hispack 2009, en el recinto de Gran Via de Fira de Barcelona.
Lo último en este campo es la incorporación en el envase de la vitamina E (técnicamente conocida como tocoferoles), un compuesto no tóxico con propiedades antioxidantes que mejoran la calidad y prolongan la vida del producto, además de evitar la formación de compuestos de degradación en el material de envasado que pueden llegar a producir olores y sabores indeseables en el alimento.
En la jornada también se analizaron otros envases activos que pueden controlar el etileno, una molécula que en concentraciones bajas es capaz de modificar las propiedades fisiológicas de los vegetales, frutas y hortalizas, y también el oxígeno, causante del crecimiento microbiano y la pérdida de sabor, aroma y color de los alimentos. También se han desarrollado nuevos envases que regulan la aparición de diversas enzimas (control de colesterol y lactosa) o la humedad.
Todos ellos, según las principales conclusiones del encuentro, permiten reducir el empleo de aditivos y conservantes en el producto, ya que se incorporan estos componentes en el mismo envase -con sobres, etiquetas y bolsitas o bien impregnados en el material del recipiente-, y rebajan los costes de envasado.