25 de febrero de 2010

La producción mundial de fruta fresca es de aproximadamente 488 MTM, de las cuales 369 se obtienen en PD, y la de hortalizas es de 861 MTM, 681 de las cuales son reportados en PD. Las organizaciones de la salud recomiendan el consumo de al menos 400 gramos de frutas y hortalizas al dí­a; sin embargo, el consumo medio es mucho menor en la mayorí­a de los paí­ses. Este bajo consumo se debe a varios factores, como por ejemplo, el alto costo, la poca disponibilidad de frutas y hortalizas frescas de buena calidad, la dieta de algunas culturas que sigue dependiendo de alimentos de origen animal, la preocupación de algunos paí­ses por los residuos quí­micos o la contaminación genética, etc.

Para lograr el promedio de consumo de 400g/dí­a (146 Kg/año/persona) es necesario que el mundo disponga cada año de 876 MMT. Eso significa que se produce mucho más de lo necesario para asegurar el consumo mí­nimo de las 6.000 millones de personas que poblamos la tierra. Podemos inclusive utilizar el 35% extra para el procesamiento y otros fines. Una estimación razonable de la media actual de consumo de FHF en el mundo es de aproximadamente 200 gramos/dí­a/persona, o sea que para lograr el mí­nimo consumo sólo necesitarí­amos una tercera parte de lo que estamos produciendo actualmente (alrededor de 438 MTM). Sin embargo, el problema es mucho más complicado. Las pérdidas en la precosecha y, en particular, durante la poscosecha, son enormes, llegando a más del 50% en algunas regiones y en ciertos cultivos perecederos, impidiendo de esta manera cumplir siquiera con el consumo mí­nimo.

En mi opinión personal, creo que la solución no es producir más y más, sobre todo de manera nada sostenible y a un costo tan elevado para el medio ambiente. Estoy seguro que hay regiones en las que podemos aumentar la producción a un costo razonable, económica y ambientalmente. Sin embargo, creo que un resultado mucho mejor se obtendrí­a al concentrarse en lo que actualmente se produce, y hacerlo de la mejor manera. Tenemos que optimizar lo que ya producimos con una significativa mejora de la cadena poscosecha, especialmente en PD y, en particular, asegurarse que los productos básicos perecederos puedan ser efectivamente distribuidos y de una manera segura.

La cadena de poscosecha, en la mayorí­a de los paí­ses, especialmente en los PD, es todavía extremadamente débil, y le está costando el mundo enormes pérdidas en alimentación, nutrición, salud, energí­a y problemas con el medio ambiente. Se han acumulado en las últimas décadas grandes conocimientos sobre biología y tecnologí­as de poscosecha y lo único que tenemos que hacer es lograr que esa información sea accesible y la gente la utilice de manera adecuada.