23 de septiembre de 2010

CLAVES DEL ETIQUETADO

- Es importante ocuparse, pero no en exceso. El etiquetado nutricional nos orienta, pero no pasa nada porque un día nos pasemos de lo recomendado. Una comida copiosa puede compensarse con una cena más frugal.
- No hay alimentos o productos que sean 'malos' o desequilibrados. El desequilibrio de una dieta viene marcado por la frecuencia de consumo de determinados productos (los comemos más a menudo de lo recomendable) o por el tamaño de las raciones (la ingesta supera la porción razonable). Es bueno comer de todo, pero en su justa medida. El etiquetado nutricional nos ayuda a equilibrar.
- Es importante el porcentaje que cada ración supone sobre nuestra necesidad diaria (CDO).
- Comparar el etiquetado nutricional de los productos es una manera inteligente de mejorar nuestra calidad de vida. Una decisión responsable en el momento de la compra es lo más recomendable.
- Normalmente, los productos los consumimos combinando varios en una receta. Además, lo habitual es que en una comida tengamos varios platos, postre, etc. La información nutricional por ración ayuda a valorar el equilibrio nutricional global de un plato o comida.
- La actividad física intensa y la edad o el estado de salud pueden hacer que las necesidades nutricionales de algunas personas sean diferentes al estándar empleado.
- El etiquetado es una buena herramienta para enseñar a los niños a comer mejor. Los hábitos de vida saludable que inculquemos tenderán a quedarse para siempre.
El tiempo limitado con que contamos para hacer la compra, la letra pequeña y el lenguaje técnico de los envases del producto, el desconocimiento de las necesidades nutricionales que tenemos y la diversas propuestas de marcas y fabricantes no se lo ponen fácil al consumidor. Hablamos de conseguir la información precisa para un consumo responsable en el factor que más influye en su salud y la de los suyos: la alimentación. El desarrollo de nuevas propuestas sobre el etiquetado nutricional de los productos intenta ser una herramienta útil y práctica que solucione este problema, pero ¿cómo tenemos que leer las etiquetas?
Interés del consumidor
«Las calorías que tiene», «Lo que engorda y lo que no»,... Éstas son algunas de las respuestas más comunes de los consumidores cuando se les pregunta qué entienden por etiquetado nutricional. Los usuarios afirman mayoritariamente que consultan siempre o casi siempre el etiquetado de los alimentos, sobre todo para no equivocarse con la fecha de caducidad o de consumo preferente, asegurarse de las condiciones de conservación y utilización, conocer la lista de ingredientes y mirar la información nutricional. Ahora bien, uno de cada cuatro manifiesta tener dificultades para entender la complicada terminología empleada.
La creciente preocupación social por los problemas y riesgos actuales y futuros derivados de unas prácticas nutricionales no adecuadas (incremento de la obesidad en adultos y niños y de enfermedades asociadas a la misma, como diabetes, riesgo cardiovascular, etc.) ha impulsado un debate sobre la necesidad de informar a los consumidores de manera más eficiente en los envases de los productos que compran y consumen diariamente. Se trata de una tendencia imparable en todo el mundo occidental, que se ha traducido en propuestas concretas que todos tenemos ya a nuestro alcance, y que cristalizará en breve en una normativa europea que sirva de marco a todos los desarrollos. Aunque entre marcas y fabricantes hay diferencias, hay algunos elementos comunes que conviene conocer y destacar. Los expertos en nutrición de Eroski Consumer recomiendan la consulta y la comparación de la información nutricional de los productos que adquirimos como una manera rápida y sencilla de mejorar nuestros hábitos alimentarios.
Nuevas propuestas
Prácticamente todas las propuestas parten de la necesidad de facilitar la lectura y la comprensión de la información, disponible hasta hace bien poco en valores calculados para 100 gramos de producto, y normalmente en un lugar poco privilegiado del envase (la parte posterior, lateral, inferior), lo que dificultaba su consulta en el acto de compra. Los modelos que se están desarrollando añaden la información en porciones o raciones más semejantes a las usuales o recomendables en una ingesta cotidiana, y disponen la información en lugares preferentes (la cara principal del producto), y con un tamaño de letra que permite su lectura sin especiales problemas. Parece que está claro que hay que ponérselo fácil al consumidor.
¿Qué debo mirar?
Hay un consenso general acerca de qué es lo relevante. Sin duda, habrá segmentos de población que tendrán necesidades nutricionales específicas o con limitaciones concretas por diversas razones (enfermedades como la celiaquía, las alergias, la diabetes,embarazos y otras situaciones), pero fuera de estas circunstancias, la atención preferente hay que ponerla en la aportación que cada alimento supone en la energía (calorías) y los nutrientes más importantes desde el punto de vista de la salud: azúcares, grasa, grasa saturada, sal (dado que contiene sodio) y fibra. Si prestamos atención a estas variables, ya tenemos recorrido mucho trecho del camino hacia una dieta equilibrada.
Ahora bien, ¿cómo podemos saber lo que cada producto nos aporta de estos nutrientes? ¿Y cuánto precisamos de cada uno de ellos? No todos somos iguales y por tanto tendremos diferentes necesidades. ¿Cómo podemos acertar si la información en el producto es la misma para todos&hellip? Nadie pretende que nos hagamos expertos en nutrición. El etiquetado más reciente de las diversas marcas y fabricantes incorpora la información precisa por cada nutriente en valor absoluto (la cantidad de gramos que una ración aporta, por ejemplo, de cada nutriente), pero también nos dice qué porcentaje supone esa cantidad sobre nuestra necesidad diaria. El porcentaje que cada ración nos aporta se calcula sobre la Cantidad Diaria Orientativa (CDO), que supone la cantidad equilibrada que, cada día, debería ingerir una mujer adulta con una necesidad de aporte calórico de 2.000 calorías. Los hombres, en general, necesitan un aporte mayor, así como quienes tengan una actividad física intensa. En los productos específicamente dirigidos a los niños, el cálculo suele hacerse contando con sus necesidades concretas. La adición de colores, a modo de semáforo, tiene la intención de hacer más intuitiva la lectura del etiquetado y facilitar su empleo. Lo razonable sería consumir diariamente productos de manera que, entre todos ellos, se alcanzase el 100% en cada nutriente. ¡Pero no hay que obsesionarse y hacer la compra o la comida con la calculadora en la mano!
Otros factores
No es pequeño el paso que podemos dar con estas sencillas indicaciones, que cualquiera puede poner en práctica desde mañana mismo: en pocos días comprobará que sin darse cuenta es más consciente de cómo compra y cómo come. En próximas ocasiones podremos profundizar en otros múltiples aspectos adicionales que es interesante conocer y poner en práctica para mejorar nuestra alimentación