19 de enero de 2010

Los calzados deportivos atosigados con las tecnologías más avanzadas de amortiguación, control de movimiento y apoyo del arco del pie no son muy beneficiosos para los pies y articulaciones, según un estudio que divulga hoy el sitio de internet LiveScience.

El estudio, encabezado por la profesora de medicina y rehabilitación física de la Universidad de Virginia, D. Casey Kerrigan, encontró que esos calzados, de hecho, pueden poner más tensión en las articulaciones que si la persona corriese descalza.
"La mayor presión puede producir daños en la rodilla, la cadera y el tobillo", señala el artículo. Pero los científicos tampoco aconsejan que se desechen las zapatillas dado que el correr descalzo sobre superficies duras también causa daño.
La tensión en las articulaciones puede predisponer a las personas a la artritis ósea en esas áreas, dijo Kerrigan.
La artritis ósea resulta del deterioro de los cartílagos en las articulaciones que deja a los huesos expuestos a la fricción y causa dolores.
En un estudio anterior Kerrigan y sus colegas habían mostrado que los zapatos de tacón alto de las mujeres causan más presión en la articulación de la rodilla, específicamente en las áreas donde, típicamente, se desarrolla la artritis ósea que el caminar descalza.
Dado que los componentes puestos en las zapatillas de correr para amortiguar el impacto también elevan el talón, Kerrigan decidió que investigaría si estos calzados aumentan las posibilidades de daño.
Para su estudio Kerrigan y sus colegas reclutaron a 37 mujeres y 31 hombres que corren, como ejercicio regular, por lo menos 24 kilómetros por semana.
Los científicos observaron a los participantes mientras corrían, descalzos o con las zapatillas específicas de correr, en el laboratorio.
Los participantes tenían marcadores en las rodillas, caderas y tobillos para que los investigadores observaran detalladamente el movimiento de las articulaciones.
Específicamente los científicos observaron la fuerza de torsión que, en este caso, provenía principalmente el peso corporal de los participantes, y encontraron un incremento de esta fuerza en las rodillas, caderas y tobillos cuando los participantes usaban zapatillas de correr.
Así observaron un incremento del 38 por ciento de la torsión en las áreas de la rodilla donde se desarrolla la artritis ósea, dijo Kerrigan, y esto fue sorprendente porque fue mayor que el aumento de torsión en la rodilla que había observado en las mujeres que usaban tacones, y que era del 20 al 26 por ciento.