4 de noviembre de 2010

Moda u oportunidad, el sector lo tiene claro. Los alimentos funcionales están registrando crecimientos exponenciales, sobre todo en Europa y Asia. Pero… ¿y España? Aún con deberes por hacer, nuestro país se sitúa en el top cinco de la UE. Otro factor que, sin duda, indica la progresión de este mercado es la apuesta evidente de las compañías internacionales, que han reforzado su posición en muchos de sus productos bajo el claim de "ricas en antioxidantes y muy saludables". Las combinaciones son múltiples: complejos vitamínicos y minerales, extractos de plantas y nutrientes naturales forman parte esta innovadora forma de comercializar una alimentación saludable.

¿Qué motiva a los consumidores en el proceso de compra? La mayoría muestra gran consideración por los prebióticos, con omega 3 y fibra. Según el informe de Mintel, ‘Natural Functionality & ingredient crossover in non-alcoholic drinks’, el consumo de té se incrementó en Estados Unidos en 11 millones de consumidores entre 2005 y 2008 por sus atributos inherentes, especialmente los antioxidantes. En otro sondeo, realizado en abril de 2009 a jóvenes de entre 18 y 24 años, el 37% manifestaba su preocupación por los altos niveles de cafeína en las bebidas energéticas y un 43% de los encuestados declaraba no comprarlas por esta razón.

Y es que los beneficios para la salud son, en sí mismos, un reclamo para los consumidores: además de cumplir con una función específica, tales como gastrointestinal o antioxidante, ayudan a reducir enfermedades, cardiovasculares o diabéticas, entre otras, y a reducir dolencias, a consecuencia de osteoporosis, obesidad o propias del insomnio. Si bien, además del beneficio paliativo, este tipo de alimentos ofrecen garantías preventivas, como el refuerzo del sistema inmune, la mejora de la visión o el cuidado dental.

Marcas como Nescafé, POM o Cadbury ya han apostado por este mercado. Pero no son las únicas: en 2009 había registradas más de 2.800 variantes de productos funcionales.

Las más destacadas son las de yogures, té, cereales y snacks. Otras categorías en incluir este tipo de alimentos son las comidas preparadas, la leche, las galletas dulces y las bebidas de frutas y sabores.

Europa y Asia-Pacífico están a la cabeza en el consumo de alimentos funcionales, con casi 5.000 y 4.500 variantes, respectivamente. Así, en el continente europeo, los países con mayor penetración son Reino Unido, Italia y Alemania. España ocupa el quinto lugar, por detrás de Francia, a pesar de contar con una cultura alimenticia basada en la dieta mediterránea. Sin duda, nuestro país tiene mucho camino que recorrer y alternativas que aprovechar en este ámbito.

La tendencia del mercado de los alimentos funcionales ofrece una oportunidad de negocio para las empresas alimentarias, motivadas no sólo por el auge de su consumo, sino para dar respuesta a las exigencias de la sociedad, cada vez más concienciada por una vida sana. Entonces… ¿por qué no apostar por este segmento?