A menudo nos ocurren hechos que nos generan una activación, es decir, estrés en mayor o menos intensidad. Ante estas situaciones estresantes generamos unas respuestas o conductas. Generalmente tendemos a pensar que los hechos estresantes nos provocan una emoción (ansiedad, depresión, enfado…) y que como consecuencia de estos respondemos de cierta manera. Si esto fuese cierto, todos tendríamos el mismo comportamiento ante hechos parecidos, lo que no es cierto. Ello es debido a que está mediatizado por las creencias y pensamientos que hacemos de ese hecho estresante.
Todos tenemos unos pensamientos o creencias respecto a lo que nos sucede, aunque a veces estos pensamientos sean "automáticos", sean muy rápidos sin que seamos suficientemente consciente de ellos. Es por esto que muchas veces, tendemos a considerar que los hechos nos provocan emociones o comportamientos determinados.
Las creencias o pensamientos pueden ser racionales o irracionales. Las primeras nos ayudan a sentirnos bien o conformes con nosotros mismos, aunque sean emociones negativas (como una tristeza por una pérdida). Las creencias irracionales suelen ser poco lógicas, no basadas en la evidencia y de tendencias extremistas, exageradas o excesivamente exigentes para con nosotros mismos o con los demás, lo que nos puede provocar tanto sentimientos inapropiados (depresión, excesiva culpabilidad, ansiedad, ira etc.) como conductas autodestructivas (adicciones, violencia, suicidio, etc.)Una herramienta para gestionar nuestro estrés, consiste en controlar o modificar nuestra forma de pensar o cómo interpretamos los hechos.