Cuenca: Leza
Elemento: Relato

Descripción: Como vivíamos en plena naturaleza, observábamos y captábamos bien los fenómenos que ésta produce, como la formación del arco iris a través del sol y de la lluvia, el oleaje que produce el viento en los campos sembrados de cereales y el lloro de una planta, llamada "Magdalena" que si le das un golpe en su tronco a los diez segundos se le caen los pétalos de su flor como si fueran sus lágrimas. Sus flores son amarillas muy bonitas.

Observábamos la reproducción de los ecos. Estos ecos se reproducen en las hondonadas de los valles. También observábamos, en invierno, las nevadas. Estas nevadas van acompañadas de grandes tronadas. Hay un refrán que dice: "Antes abandona una madre a su hijo que la nieve al granizo".

También observábamos la niebla que se echa en las cumbres y las que se echan en las riberas de los ríos habiendo un sol estupendo en las alturas. También se producen torbellinos o remolinos de aire. Estos remolinos se producen en verano, cuando más calmado está el día y son capaces de elevar por los aires y arrancar plantas y mieses, fajos de cereales e incluso animales y personas.
Estos remolinos sólo se producen en un círculo de unos cincuenta metros de circunferencia y se van desplazando por el campo de un sitio para otro hasta que se desvanecen. También en las noches de verano cuando el cielo está limpio de nubes, dejando una estela luminosa en su recorrido hasta que desaparecen. Este fenómeno, si hoy pueden observarlo, pueden confundirlo con un platillo extraterrestre. También está la caída del rocío, que cae por las mañanas al salir el sol en verano, y la caída de la escarcha en invierno. La escarcha comienza a caer en cuanto se pone el sol por la tarde. Lo raro de estos fenómenos es que se producen cuando el cielo está limpio de nubes y el aire en calma.

También íbamos en mi infancia a buscar nidos al campo. En algún nido también encontrábamos un huevo que no correspondía al ave que había hecho el nido porque era más grande y de diferente color que los huevos del ave que había hecho el nido. Este huevo resultaba ser del pájaro llamado cuco o peku, y que tanto abunda en los montes de los cameros. Este pájaro tiene el instinto de poner sus huevos en los nidos de otras aves. De esta manera son las otras aves las que los aovan y después las que los crían. Además un solo huevo en cada nido para que se lo críen mejor.
Cuando nacen los pájaros, la madre adoptiva los quiere más que a los suyos propios y los alimenta mejor. El pollo del cuco se desarrolla más rápido que los otros y se hace el amo del nido hasta el extremo de arrojar del mismo a sus hermanos, con sus patas, y quedarse él solo en el nido hasta que su madre adoptiva lo cría. Cuando ya está criado se retira de su madre adoptiva y va a juntarse con los otros cucos. De esta manera, los cucos se crían sin que sus verdaderos padres los alimenten.
También en nuestras correrías por el campo solíamos encontrar perdices con sus polladas de perdíganos. Los perdíganos, según te ven, se esparcen y se esconden entre las hiervas, cuando intentábamos coger alguno que rara vez lo conseguíamos, la perdiz no vuela; se retira quince o veinte metros, y con las alas arrastrándolas y rodando por el suelo, finge estar herida para atraer hacia ella y que intentes cogerla mientras los polluelos se esconden después levanta el vuelo y se va lejos. De esta manera salva a sus hijos.

Es una pena que los niños de hoy non conozcan los fenómenos de la naturaleza ni el instinto de las aves y demás animales.

Comentarios: Este es un fragmento del libro escrito por Felipe Martínez Calleja natural de Jalón de Cameros y residente en Trevijano.

Fuente: Felipe Martínez Calleja

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Soto en Cameros