Se trata de los Bokodes, como han sido bautizados, y puede llevar miles de veces más de información que las tradicionales líneas y ser leídos por la cámara de un teléfono móvil. Con sólo tres milímetros de diámetro, estas etiquetas podrían contener información codificada sobre la nutrición de los alimentos y su caducidad o incluso servir para crear nuevos videojuegos.
El trabajo, según informa la BBC, será presentado en una conferencia en Nueva Orleans la semana próxima. "Creemos que nuestra tecnología iniciará una nueva forma de etiquetar", ha señalado a la BBC Ankit Mohan, investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que está detrás del desarrollo de este sistema.
El Bokodes consiste en un LED (diodo emisor de luz), cubierto con una capa minúscula y una lente. La información se codifica gracias a la luz que brilla a través de la capa, que varía su intensidad dependiendo del ángulo desde el que es visto. «Es brillante u oscuro según cómo queremos codificar la información», afirma Mohan.
Los investigadores creen que el sistema tiene muchas ventajas sobre códigos de barras convencionales: sus etiquetas son más pequeñas, se pueden leer en diversos ángulos y, además, se descifran con la cámara de un teléfono móvil hasta a cuatro metros de distancia.
El Bokodes se puede utilizar en las industrias para no perder de vista objetos, pero también pueden ser usados en los supermercados. Por ejemplo, podían ser utilizados para codificar ofertas de alimentación. "Mírame, soy un dólar más barato", podría ser el mensaje que envíe un producto al consumidor.
También sería útil en las bibliotecas para localizar un libro con facilidad entre millares o para localizar información sobre restaurantes. Por ejemplo, un restaurante podría poner la información del menú de cada día dentro de esta etiqueta. Cuando un usuario cargara el Google Maps, esos datos serían exhibidos automáticamente al lado de la imagen del restaurante.
De momento, estos Bokodes son caros (3,5 euros la pieza), si bien los creadores creen que en el futuro no precisarán de energía: "Tenemos ya prototipos que son totalmente pasivos", asegura el experto, lo que los abaratará mucho.
No es la primera vez que las compañías buscan alternativas a los códigos de barras. En 2007, Microsoft lanzó sus códigos de barras de colores. La tecnología de la identificación de la radiofrecuencia (etiquetas electrónicas minúsculas que difunden la información codificada) fue otra de las propuestas. Aunque ahora tienen muchos usos, como en las reservas de libros en algunas bibliotecas, los pasaportes o billetes de transporte, estas últimas aún no han logrado desplazar a los códigos de barras tradicionales.