Los adultos intentamos reprimir los celos entre hermanos/as, evitando discusiones y peleas entre los más pequeños de la casa, pero estas emociones son necesarias en el desarrollo cognitivo y de su personalidad.

"Sois hermanos y os tenéis que llevar bien". Si tienes hermanos o hermanas, seguro que has odio esta frase por parte de tu madre o tu padre, y si tienes hijos o hijas seguro que tú también la has llegado a decir.

Pero la verdad es que siempre surge alguna rivalidad, y es que "los niños/as son muy perspicaces y de inmediato son capaces de ver que alguien es más o menos querido dentro de un entorno".

Son palabras de la terapeuta en acompañamiento de duelos y pérdidas y coach motivacional, Adela Martínez Gómez, quien asegura que "en el momento en el que un niño o una niña se da cuenta de que surge ese conflicto cuando les llega esa lucha y ambición interna por adquirir la primera posición".

Y esto ocurre tanto con la rivalidad entre hermanos/as, como con los propios progenitores u otros miembros de la familia como tíos o primos.

¿Debemos preocuparnos por los celos de nuestros hijos/as?

A simple vista, esta rivalidad puede parecer de poca importancia: "Son niños", "entre hermano siempre se discute". Pero la realidad es que cada niño y niña es diferente, por lo que es normal los celos entre hermanos. Unos tienen muchos talentos y otros menos.

Unos son talentosos en la música, mientras otros lo son en las matemáticas y otros no destacan en ninguna disciplina en particular, "y así es como surgen los conflictos, por ese sentimiento de diferencia"; explica Martínez.

Desde pequeños/as nos enseñan a competir, siempre comparando las notas de tus compañeros y compañeras de clase, o alabando al que es mejor deportista. Por eso, es normal que "cuando llega un segundo niño o niña al hogar, el mayor de los hermanos sienta que su monopolio se ha roto y cuando la madre y padre presten más atención al pequeño surgirán los celos", cuenta la terapeuta.

Menos amabilidad y más sinceridad

Enseñamos a los niños y niñas a ser amables en todo momento, con cualquier persona, sin importar lo que estén sintiendo, dirigiéndolos así hacia una amabilidad fingida en lugar de enseñarles a ser sinceros, porque si se les enseñase a ser sinceros podrían resolver sus problemas discutiendo, y eso a los adultos no nos termina de gustar.

En cambio, desde la perspectiva de Martínez: "Estaríamos enseñando a nuestros menores a no reprimir sus emociones, a tener una buena gestión emocional y resolución de conflictos.

Además, los menores son muy sencillos, somos los adultos los que no les dejamos fluir en esa sencillez. En un instante pasarían de estar enfadados con su hermano o su hermana a tomarse de la mano y quedar todo olvidado".

Según la terapeuta, obligándoles a ser amables a cualquier precio les reprimimos el estar enfadados, haciendo que a su vez se apague el amor y la compasión junto a la ira y los celos.

Lo explica perfectamente con un ejemplo de pareja: "Imagina que tu pareja te dice que otra persona irá a vivir con vosotros e intenta convencerte de que será divertido.

Es exactamente lo que los padres les dicen a sus hijos cuando va a llegar otro hermano o hermana a la familia. Inevitablemente se experimentarán cambios en las rutinas, en la atención que se les presta y, de forma natural, aparecerán los celos".

No podemos evitar los celos ni reprimirlos, ya que dependen directamente de la propia capacidad de tolerancia, comprensión y manera de ser de cada niño. "La expresión de los celos debe ser aceptada por los adultos.

Los niños/as se volverán desobedientes, más caprichosos, quizás incluso tengan retrocesos en su desarrollo, pero somos nosotros como adultos los que debemos gestionar esos comportamientos y no pedir que sean los niños quienes los repriman y muestren siempre su cara más amable", asegura Martínez.

Además, "si impedimos a nuestros menores la expresión de los celos", explica, "se podrán generar futuros problemas de comportamiento como ira, adaptación, baja autoestima".

Pautas para la gestión de los celos entre hermanos/as

Así pues, la terapeuta Adela Martínez, aconseja tener en cuenta unas pautas a la hora de gestionar los celos que puedan surgir en nuestros hijos e hijas:

  1. Permitir la expresión de los celos, sin reprimirla, sin castigarlos por unos comportamientos que son totalmente naturales
  2. Evitar las comparaciones entre hermanos y hermanas que, aunque es algo primordial, es frecuente escuchar cómo se realizan comparaciones entre las cualidades y aptitudes.
  3. No tratar a todos los niños por igual. Cada niño tiene sus necesidades y demandas.
  4. Elogiar las cualidades de cada uno, en presencia del resto. Así comprenderán que, aunque son diferentes, tienen sus propias virtudes y fortalezas.
  5. Favorecer el diálogo y la negociación entre ellos, como a la hora de hacer las actividades en familia. Se debe entender que cada una tiene su espacio y se deben respetar, igual que los gustos.
  6. Enseñar a los menores a gestionar los conflictos de forma adecuada, escuchando a todas las partes por igual, permitiendo la libertad de enfadarse, pelearse y experimentar el placer de la reconciliación.

    Los adultos intentamos reprimir los celos entre hermanos/as, evitando discusiones y peleas entre los más pequeños de la casa, pero estas emociones son necesarias en el desarrollo cognitivo y de su personalidad.




Fuente:Adela Martinez