El cine italiano está en buena racha. La cuota de pantalla de la producción nacional se ha situado –en la última década– por encima del 20%, con un pico del 31,7% en 2007. Se confirma el reencuentro del gran público con una cierta comedia (no vulgar y no banal) "de aires italianos", de la que se han estrenado títulos francamente buenos y llenos de nuevos y viejos talentos.Por su parte, los veteranos Scola, Lizzani siguen haciendo cine. Olmi y Bellocchio atraviesan una nueva primavera creativa. Moretti, Tornatore, Salvatores, Soldini, Piccioni, Amelio y Giordana han rodado, en estos últimos años, algunas de sus obras más intensas. Y con ellos avanza el pelotón de los nuevos realizadores con fuerte personalidad y discurso propio. Las mujeres directoras ya no son una excepción (recordaremos, al menos, a Antonietta De Lillo, Cristina y Francesca Comencini, Roberta Torre, Francesca Archibugi, Alina Marazzi, Laura Muscardin y Costanza Quatriglio). Incluso algunos magníficos actores como Kim Rossi Stuart, Michele Placido y Sergio Castellitto se atreven a coger la cámara. Y lo hacen de manera convincente. Pese a ello, quedan sin resolver los problemas de distribución y exhibición. La inversión en promoción es absolutamente escasa. La legislación inadecuada. Ante la imposibilidad de competir con la maquinaria industrial y publicitaria del coloso cinematográfico estadounidense, cabe buscar formas y canales alternativos para que el cine de autor tenga la visibilidad que se merece.
Desde el Centro di Studi sul Cinema Italiano, ponemos nuestro granito de arena. Lo hacemos –bajo el patrocinio del Consulado General de Italia en Barcelona y gracias a la valiosa colaboración de Cinecittà Luce, del Instituto Italiano de Cultura de Barcelona y de los productores de las películas– en un circuito privilegiado de filmotecas y centros culturales, cuyo apoyo a un cine de calidad queremos agradecer.
Hemos seleccionado este año cuatro películas, estrenadas a partir de 2000 e inéditas en España, de sendos directores quienes son autores punteros del renacido cine italiano contemporáneo (Giorgio Diritti, Alessandro Angelini, Edoardo Winspeare y Antonietta De Lillo).
Nos hallamos ante una nueva generación de cineastas que ha dejado de mirarse el ombligo para confrontarse con la realidad y poner, si cabe, el dedo en la llaga (L’aria salata) o mirar hacia los nudos irresueltos del pasado de Italia con lucidez (Il resto di niente, L’uomo che verrà) o bien hacia el presente con mirada antropológica (Sangue vivo).
Y siempre sin tapujos
Daniela Aronica (Directora del Centro di Studi sul Cinema Italiano)