La Comunidad Valenciana y Alicante en particular han visto durante los últimos años como una de sus características más señaladas, su carácter industrial, iba sufriendo un continuado descenso en sus principales componentes (actividad, empleo, inversión, exportaciones, etc.) que han hecho pensar a más de uno que nuestro pasado industrial era solo eso: pasado.
El impacto de esta situación ha afectado prácticamente a todos los sectores productivos: calzado, textil, piedra natural, juguete, etc. Por lo que se ha podido tener la impresión de que esta tendencia iba definitivamente a cambiar completamente nuestro panorama económico tradicional.
La competencia internacional que los países emergentes han introducido en estas producciones ha hecho que día tras día y año tras año, la desaparición de nuestras empresas industriales sea considerado como un hecho cotidiano y que, en definitiva, el final de este proceso es no contar con ninguna industria.
Sin embargo, frente a esta situación pesimista, estamos viendo también como algunas empresas dentro de estos sectores industriales maduros no solo se resisten a caer y desaparecer sino que se reinventan y aparecen de nuevo con una vitalidad digna de destacar, ocupando mercados y compitiendo en condiciones de calidad y precios mejores que otros productos fabricados en los países emergentes. ¿A qué es debida esta reacción que parece desmentir la tendencia general?
Desde mi punto de vista, viendo como los planes de reindustrialización han sido o bien insuficientes o bien inexistentes durante los últimos años, la clave ha estado en la iniciativa empresarial que, al igual que generó el fuerte despegue de nuestra industria en los años 60 y 70, todavía conserva las claves para poder emerger a pesar de las condiciones adversas del entorno. La innovación con nuevos materiales, la incorporación de una mayor profesionalización en los procesos productivos, la pervivencia de los conocimientos en materia de comercialización y exportación, el conocimiento en el diseño y la moda, la existencia de unos trabajadores formados, la receptibilidad a la incorporación de las nuevas tecnologías, etc. hacen que ni mucho menos debamos considerar acabada nuestra iniciativa industrial.