España produjo en 2008 106 millones de pares de zapatos, lo que representó un negocio de cerca de 1.700 millones de euros. Pero la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE) quiere que ese negocio sea verde. La industria española ha puesto en marcha un plan para que las empresas tradicionales del sector calzado implementen nuevas estrategias de gestión, dirigidas al mantenimiento de los niveles de empleo y la sostenibilidad.
Éste es uno de los proyectos aprobados en el Programa Empleaverde de la Fundación Biodiversidad, para cuyo desarrollo, que se prolongará a lo largo de unos 14 meses, se ha adjudicado una inversión de algo más de 282.000 euros. La iniciativa, que arrancará en las próximas semanas, dará lugar a 20 nuevas empresas ambientales especializadas en el sector del calzado.
La industria del calzado lleva varios años experimentando con los curtientes vegetales. Gracias a la sustitución del curtido mineral (cromo) se reducen riesgos de impacto negativo en el medio ambiente, como el vertido en ríos de productos químicos y la contaminación del aire (no sólo con CO2, sino también con otras sustancias como amoniaco o sulfuro de hidrógeno). Además, aún está extendida la práctica ilegal de mezclar retales de piel con el pienso en las granjas avícolas, propiciando que los pollos ingieran cantidades de cromo peligrosas.
Susana de Gómez-Sellés, directora de la iniciativa, explica que la industria lleva ya "cuatro o cinco años" muy volcada en la ecoinnovación, con la ayuda del Instituto Tecnológico del Calzado. Un ejemplo de esta colaboración es la herramienta de autodiagnóstico de innovación, puesta gratuitamente a disposición de las empresas en Internet para que evalúen el grado de innovación en sus procesos productivos. Además, desde el año 2003 la colaboración con la Fundación Biodiversidad también es muy estrecha en el marco de los Proyectos Mica de formación y sensibilización ambiental.
Los proyectos del Instituto Tecnológico del Calzado, que cuenta ya con más de 600 empresas asociadas, incluyen el tratamiento de residuos de tintas de impresión, el pegado de calzado sin disolventes o la reutilización de las cenizas de piel curtidas. Pero la sostenibilidad y el ecodiseño afecta a todo el ciclo productivo e, incluso, más allá, "hasta a la comercialización, puesto que en nuestras exportaciones se valora cada vez más el eco-calzado", afirma la directora del proyecto.