Nuestros/as peques no ven estos espisodios como un intercambio de opiniones, todo lo contrario, nuestros hijos e hijas, cuando nos ven discutir sienten miedo, dolor, estrés y preocupación. Ven dañado el vínculo familiar y tienen miedo de que se rompa. Si las peleas son muy contínuas en el tiempo, pueden traer consecuencias en los menores; a nivel comportamental, por ejemplo en la escuela, donde pueden desarrollar conductas más disrruptivas, tener un vocabulario más agresivo... a nivel emocional pueden verse más inestables, tener una peor gestión de sus emociones, peor control de la ira, la frustración...
También pueden generarse conflictos de lealtades y sentir que deben posicionarse con uno de los progenitores, lo que puede generarles un profundo malestar.
En definitiva, lo que debemos intentar en aprender a discutir, esto consiste en intercabiar opioniones de manera educada y civilizada, para que nuestros hijos e hijas aprendan que en su casa pueden expresar siempre sus opiniones sin miedo ni represalias y que nadie les va a juzagar ni enfadarse por ello.