El hecho de que no nos cuenten que les pasa pude depender de muchas cosas. En ocasiones no nos cuentan sus problemas porque les da vergüenza, o no quieren preocuparnos porque piensan que ya tenemos bastantes cosas encima, o pueden pensar que no les vamos a entender debido a la diferencia generacional, o nos ven muy centrados/das en nuestras cosas, a veces piensan que es más fácil hablar con alguien externo como un profesor o un psicólogo, o con un amigo que esté pasando por algo parecido por que puede que les entienda mejor... Por eso, es importante que desde que son bebés prestemos importancia a sus demandas afectivas y emocionales, que cuando muestren una emoción de llanto o alegría estemos presentes para validarla, así cuando sean más mayores tengan la certeza de que siempre hemos estado ahí y que seguimos estando.


Debemos generar un clima de confianza y diálogo, siendo nosotros como padres y madres los que compartamos con el resto de la familia parte de nuestra vida, para que lo vean como algo normal y sientas que también ellos/ellas pueden hacerlo.

Tenemos que tener paciencia, no hace falta que nos cuenten todo lo que hacen, lo importante es que nuestros hijos e hijas sepan que cuando tengan un problemas o algo realmente importante que contarnos, vamos a estar disponibles para ellos, sin juzgarles ni hacer preguntas inecesarias, solo vamos a ayudarles.