1. Rituales de apego matutinos

Crea rutinas especiales por las mañanas que fortalezcan el lazo emocional y sirvan para comenzar de manera positiva el día. Por ejemplo, despertarse con un abrazo en la cama y aprovechar el desayuno en familia para comentar lo que se prevé para el día.

2. Poner consciencia en un lenguaje cariñoso y respetuoso

El lenguaje genera un impacto emocional en el otro y en nosotros mismos. Para cultivar el vínculo, es importante hablar al otro de la forma más amable, comprensiva, respetuosa y amorosa posible, aunque vayamos un poco desbordados de quehaceres y el estrés haga hablar de una forma más brusca y tener poca paciencia. Esto servirá incluso para fomentar el bienestar en uno/a mismo/a.

3. Reforzar el vínculo después de una discusión

Cada vez que hay una discusión, el vínculo se daña. Es importante que seamos proactivos/as lo antes posible para volver a acercarnos y conectar de nuevo, recordando que nuestros hijos e hijas siguen siendo lo más importante y que se les quiere con todo el corazón. Esto se puede hacer mediante un abrazo, un gesto, unas palabras u otras muchas formas.

4. Cultivar la interioridad

Los niños, niñas y adolescentes necesitan tiempo para abrirse y contar sus intimidades. No vale con hacerles una pregunta sobre cómo se sienten, ya que no tienen ese lenguaje asimilado y no saben dar forma a su mundo interior. Es muy útil aprovechar los momentos que compartimos, por ejemplo, cuando cocinamos en familia, paseamos al perro, hacemos la compra, etc., para hablar "de nada", pero ir generando lazos y que vayan contándonos cosas de su mundo interior.

5. Expresiones de amor espontáneo

Tenemos inculcado premiar las buenas acciones como algo positivo para la educación. Sin embargo, es mejor poder expresarles amor y tener detalles espontáneos en cualquier momento y no asociado a una conducta. Necesitan que les recordemos que les queremos mucho y que no depende de nada en concreto. Animémonos este verano a ser más afectuosos porque sí. A tener detalles porque sí.